Cuando comencé en el gimnasio del Olympia, a los 15 días estaba muerta del aburrimiento. Así, comenzando un post con esta frase, no parece que vaya a decir nada bueno del Olympia, pero lo bueno viene más abajo.
Como decía, me aburría mortalmente. Las rutinas de pesas y montar en la bici estática me parecían tediosas. Si a esto le sumamos que no bajaba ni un gramito, a los 15 días estaba que echaba humo por las orejas.
Durante una semana estudié las distintas clases de spinning, que decían que quemaban un montón de calorías, y los distintos profesores, todo desde fuera de la sala, no creáis que me atrevía a entrar. Todos me parecía super fuertes y cañeros y me daba terror entrar en la clase. Finalmente, me decidí. Un domingo, me metí en mi primera clase de spinning. Fue con Luis. Baste decir que era la primera vez que hacía una clase de cardio y que mis piernas estaban acostumbradas al sillón -bowling…. El resto os lo podéis imaginar. Cuando bajé de la bici, mis piernas se habían convertido en un doloroso amasijo de mantequilla y músculos. Me costó la vida bajar los pocos escaloncitos que hay para acceder a la sala de Fitness. Las agujetas me duraron 3 días.
Al tercero, puse en práctica un remedio de la abuela: las agujetas se van con más ejercicio. Ni corta ni perezosa me metí a otra clase de spinning, aquella vez fue con Oskar. Todavía recuerdo cuando hizo el primer bloqueo, creí que me iba a morir sobre la bici, entre las agujetas y que los músculos de mis piernas eran tan fuertes como dos palos de polo, acabé molida, pero conseguí que se fueran las agujetas mortales. Y a la semana me pesé y… ¡oh, sorpresa! Había perdido un kilo.
A los 15 días, cambiaron mis horarios y sólo podía ir a las clases que de las 20:30h. Miré en el horario y se cumplió mi peor pesadilla: las únicas que me venían bien eran las de Pedro. Había observado las colas de media hora que se montaban frente a la puerta para entrar a esas clases. Y yo los observaba perpleja. ¿Por qué alguien quiere hacer media hora de cola, de pie, incómodos, para que te peguen una paliza al spinning? Y luego estaban las clases. Desde fuera había observado que se sentaban en casi toda la sesión. Para mí, que llevaba cuatro clases, aquello era una pesadilla.
Allí estaba yo, intentando pasar desapercibida, en mi bici al lado de la puerta, por si me daba un mareo y tenía que salir corriendo… Y comenzó la música. Debo reconocer que me enganchó desde la primera canción. Pero tenía razón: todo el santo rato de pie. A la media hora creía que me iba a desmayar y tuve que parar. Y lo que me dejó alucinada es que Pedro se dedicaba a reñir a diestro y siniestro, echando unas broncas descomunales para que la gente apretara más el freno, y se metieran más caña. Ponía cara de malo total, a mi me tenía asustadita. Gracias a Dios no me dijo ni mu. Luego me enteré de que se me notaba tanto que era novata que no quiso decirme nada…
Y ahí comenzó mi superación. Con el tiempo pude hacer las clases completas. Poco a poco hacía los bloqueos. Y el primer día que me decidí a hacer un salto fue la bomba. En 6 meses adelgacé 12 kilos, pero sin pasarlo mal, por que me encantaban las clases, me divertía, disfrutaba con la música que ponían, el ambientazo que se respiraba en las clases. Poco a poco comencé a conocer a la gente que venía a las mismas horas que yo. Y los monitores comenzaron a conocerme, hasta el punto de que alguno superó la barrera de monitor, y ahora son mis amigos. Desde aquí quiero dar las gracias a Luis por su simpatía en las clases, a Toni por orientarme técnicamente y ser tan agradable, a Chusa, por su cañita de la buena, a Oskar por sus bloqueos imposibles, a Belén por animarnos tantísimo desde la tarima, a Pedro por sus megasesiones de discoteca y meterme presión siempre…..lo necesitara o no!
Mi moraleja es que si hubiera tirado la toalla a los 15 días, no habría encontrado los amigos que ahora tengo en el gym y además, no estaría trabajando en el Olympia. Desde el día 6 soy la nueva cara de Olympia Connection, a vuestro servicio. Pero ante todo seguiré siendo Carmen, vuestra compañera de bici, la que hacía colas con vosotros por conseguir un hueco en alguna clase, la que disfruta con vuestra conversación, que adora como jaleáis en las clases, como silbáis, gritáis, agitáis las toallas al son de la música. Esto no puede dármelo nadie más que vosotros, los socios de Olympia. Y por eso soy adicta al spinnig.
Carmen de Manuel
Olympia Connection